Cuando pensamos en Inteligencia Artificial acudimos en nuestras mentes a los tópicos de robots cuasi-humanos que están dispuestos a hacer daño al hombre en cuanto menos nos lo esperemos.
El cine nos ha educado durante décadas a temer a la IA. Se manifestaba, para que nos fuera familiar, como un humanoide con características parecidas a una persona (humana). La realidad es que un algoritmo o un conjunto de algoritmos interconectados son eso, programas. Les podemos programar para que controlen herramientas, periféricos o voces, pero seguirán siendo programas. Lo temible es que ya, desde hoy, tienen capacidad para autoprogramarse y autocompletarse.
La futura Internet
Pronto empezaremos a notar la inteligencia artificial, sobre todo a la hora de comunicarnos en Internet. Hasta ahora estábamos acostumbrados a acudir a un buscador e ir navegando entre los diferentes resultados hasta encontrar la solución más o menos perfecta a nuestra petición. El ser humano es cómodo y prefiere que se lo den todo hecho. Por eso compramos en Amazon, porque sabemos que encontraremos enseguida el producto deseando sin tener que recorrer una docena de tiendas.
La Inteligencia Artificial viene a hacernos más cómoda la red. Le podemos preguntar en lenguaje coloquial lo que queremos (lo que significa una verdadera revolución) y nos da a la primera lo que necesitamos leer u oír. Como el algoritmo se ha entrenado con Internet, conserva en su «memoria» una ingente información compactada que nos hace la vida más sencilla.
Y no solo para buscar información. Para otras tareas como encontrar el producto o servicio deseado, la IA nos dará la solución previas instrucciones precisas. Yendo más allá, hacer un trámite ante la administración pública: el algoritmo se encargará de redactar y entregar.
El fin de los intermediarios
Se acabaron los intermediarios en plural, ya no solos hace falta un recopilador y un facilitador, que además, entiende nuestro lenguaje. Un deseo, una petición y se acabó el buscar indefinidamente por la red.
Los buscadores entregan al usuario una lista de terceras páginas. Ellos ganan intermediando mientras aprovechan para insertar publicidad. El modelo puede acabar.
¿Y qué pasará con la prensa? Por ahora la IA disponible para el público como chatGPT nos dan una imagen acabada de la realidad (de hecho está entrenada con datos hasta 2021). En el momento que puedan seguir la actualidad en tiempo real, analizar el momento y los cambios, adaptarse, cambiar y alterar datos, y poder enriquecer la información con nueva información, los algoritmos estarán preparados para contarnos todo lo que necesitamos saber del mundo.
Pero poco a poco: la inteligencia de la IA no ha hecho hasta ahora más que sembrar semillas. Queda tiempo para analizar el proceso y las consecuencias. Y cómo nos ganará a los humanos. En nosotros está decidir si nos aprovechamos o sucumbimos.
